sábado, 29 de septiembre de 2018

LA ESCRITURA DE UN LIBRO (1) / SEDUCTORES PÓSTUMOS

Seductores póstumos

La escritura para la seducción o el agrado es muy distinta a aquélla que seduce o entabla complicidad con su lector. Mientras en la primera se nota el gesto, la intención, y por lo tanto la instrumentalización de la palabra, en la otra se entrevé el desgarro. Que es lo que la vuelve seductora. Y no la intención previa de su autor. No hay forma alguna de simulación. Solo aquellos públicos que no tienen acceso frecuente a la lectura, y a cierto tipo de lectura, pueden confundir una con la otra.

Es inútil escribir para los "pares" (en caso de que esto exista) contemporáneos que no están implicados, de una forma u otra, en dicha escritura: solo les generará rencor. Se escribe para los que vendrán, cuando esa aspereza de la piel cercana, esa hostilidad próxima, haya desaparecido gracias al tiempo. Los que no entablamos vecindad con la actualidad somos siempre póstumos (y esto no implica genialidad alguna: solo meras cuestiones humanas).

Cuando estoy escribiendo un libro hay una instancia previa de lo más desagradable: es cuando todavía no me capturó y lo miró de lejos. Algo así como cuando se empieza una relación que no es “a primera vista”: si la distancia se prolonga en el tiempo, hay mal pronóstico. Allí están entonces varios manuscritos empezados y atorados por aquella falta. Como esos nombres que se apilan en la memoria, sin pena ni gloria.

Escribir un libro, ¡qué suplicio salvador! Pero no conviene preguntarse muy a menudo qué pasaría si no se lo escribiera. 

NOCTURNIDAD

Nocturnos

La nocturnidad no es una opción, es una condición biológica. Pensar y producir de noche, lejos de los fragores productivos, es toda una metáfora: tomar distancia de aquello sobre lo que se escribirá. Pero, ¿cómo escapar transitoriamente de esta modernidad acelerada a la que se intenta dar forma? La noche también está poblada de fantasmas, oralidades, reclamos, reyertas, aunque una esté completamente sola. Aquí Google me recuerda esos (nocturnos) proyectos urbanos de la luminosa Ámsterdam. 

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lunes, 24 de septiembre de 2018

REBELDES

Rebeldes

En "El hombre rebelde" Camus afirma que el terror irracional "se propone la destrucción, no solamente de la persona, sino también de las probabilidades universales de la persona, la reflexión, la solidaridad, el llamamiento al amor absoluto". Y prosigue diciendo que quien ejerce violencia no puede sentirse inocente, por lo tanto "tiene que crear la culpabilidad en la víctima misma, para que en un mundo sin dirección la culpabilidad general no legitime sino el ejercicio de la fuerza, no consagre sino el éxito". Camus radiografía al hitlerismo pero se puede hacer extensivo a todo poder que en su accionar va dejando en el camino un tendal de muertos, violentados y torturados. Como esos cuerpos desparramados en veredas y parques, o desmantelados por el hambre y la exclusión en provincias pobrísimas de la Argentina. Mecanismo clásico del capitalismo cuando se enseñorea sobre territorios como el nuestro. No todo espacio de rebelión es, sin embargo, necesariamente interruptor de este proceso. La filosofía, la literatura, el arte, las luchas políticas participaron históricamente de estas insurgencias. Pero en la actualidad, ¿lo siguen haciendo? ¿Cuánta de esta culpabilidad nos salpica hoy a nosotros, los "rebeldes", los denunciantes, los alarmados? ¿Cuántos de estos crímenes no se visten, también hoy, con ropajes de inocencia? Ya sabemos, también por Camus, que cuando hay culpa universal, reina la impunidad: no se puede condenar a la civilización en pleno. ¿No habría que empezar a revisar estos espacios? Hay, claro está, otras formas de insurgencia sobre las que no habría duda alguna por la radicalidad de sus efectos. Pero por el momento, nos necesitamos vivos y hablantes. Por lo menos, por el momento.

martes, 18 de septiembre de 2018

CINE ALEMÁN

Las tres cimas
Pienso en el seductor salvajismo de Heathcliff en "Cumbres borrascosas", en correspondencia con la árida campiña inglesa donde se desarrolla la novela. En esa comunión indisoluble entre paisaje, atmósfera y acción que resuelve Brontë con tanta maestría, llevando el simbolismo a una de sus máximas expresiones. "Las tres cimas", del festival de Cine alemán, me convocó por esta idea. Claro que cine no es literatura y Zabeil no es Brontë. Aún así, y a pesar de la bellísima fotografía, la metáfora resulta un poco forzada. O demasiado evidente. Algo de la vieja tradición y densidad alemanas brillan por ausencia. Veremos cómo sigue el festival. 

Cuatro manos

Siempre es un placer escapar de Hollywood y ver otras cosas (ni hablar si las proyecciones quedan a exactamente media cuadra de la casa de una). Sin embargo, "Cuatro manos", thriller psicológico, se parece bastante a lo producido por la meca norteamericana. Dos hermanas, lazo estrecho, dobles, identidades cambiadas, un crimen aberrante, la chica rubia y buena, la morena no tan buena y así, ciertos gestos que se van adivinando antes de que acontezcan. Mal pronóstico para el suspenso. De todas formas, hay algo en la forma de filmar, de narrar, de avanzar incluso en el relato que siguen teniendo sello europeo. Actuaciones excelentes, un guión un poco trillado y cierto final bastante predecible. Aún nos quedan algunos títulos más. 


303 / "El carrillón

Cuando una filmografía va seguida de una nacionalidad, siempre hay que desconfiar. Sobre todo en estas épocas de pos globalización. Porque, ¿qué es el cine de un determinado país? Pienso en "cine argentino" y se impone (y aquí el término no es nada casual) cierto cine. El que va a "triunfar" en festivales, llevándose premios que a nadie importa y que, se sabe, son altamente sospechosos. Filmografía festivalera, de esas que abundan. Como también en la literatura, donde curiosamente los títulos que prenden suelen ser pensados con formatos centrales y susceptibles de ser traducidos y vendidos en ferias gigantescas, del primer mundo, obviamente, donde se negociará la suerte de lo que se leerá con carácter de urgencia y de taquilla. En fin, tema harto conocido. Entonces, "303" parece responder a estas premisas: dos chicos veinteañeros, lindos, rubios, carismáticos, mohíneros, espontáneos y pensantes, que se encuentran de pura casualidad: casi como en una publicidad de gaseosas. Con problemas, eso sí, pero nada demasiado grave. ¿Adivinen cómo termina la historia? 


En el otro extremo, "El Carríllón". Pausa. Paren los festivales. Poco diálogo, casi película muda, alergia a rostros en primer plano, todo lo contrario, la cámara sigue de espaldas a los protagonistas, y una atmósfera que si bien no oprime, gesto clásico del cine alemán clásico, ensaya el grave problema de la época actual casi al pasar. La feroz soledad de seres que, claro está, no tienen ni remotamente posibilidades de inserción alguna. Hermoso film. Una manera de narrar diferente, un poco al estilo de esas monumentales miniseries como "Vida dura" (noruega) y "Una segunda oportunidad" (finlandesa), que comentamos largamente. 
Hay que andar con cuidado con esto de "cine alemán": a veces trae en sus cintas contaminaciones pedagógicas.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

ATMÓSFERAS

Atmósferas

Sentada en el autobús, mapa en mano, intentaba decidir en qué esquina bajar para tomar el otro transporte que me dejaría a las puertas del Golden Gate, el precioso puente naranjado de San Francisco donde haría una producción fotográfica. Un hombre al lado mío, un francés que hablaba poco inglés, entendió el problema y consultó a otro pasajero, un joven que parecía lugareño. Se armó entonces una pequeña discusión cordial en el micro. Algunos afirmaban que la próxima parada era la mía; otros que no, que los nombres se parecían, que faltaban por lo menos diez cuadras. Intervino el chofer, torció por la primera opción. Me bajé agradeciendo a todos, el bus sin embargo no se movió del lugar: seguía la discusión. De golpe, las puertas se abrieron, los pasajeros gritaban que volviera. Subí absolutamente confundida y por qué no, un poco avergonzada. El chico me explicó que el chofer se había equivocado. Que recién tendría que bajarme dentro de 12 cuadras. Que me quedara al lado de él, que me avisaría. Así ocurrió. El pasaje se despidió, yo agradecí de nuevo y el joven me señaló la esquina donde debía abordar el bus final. Agregó en un inglés lento, como para que lo entienda (a esa altura, todo San Francisco debía conocer mi mala pronunciación) que el día estaba hermoso, ideal para pasear por el puente y sacar fotos. Sonrió y se quedó trepado en la escalerilla hasta que el bus se perdió, ahora sí, en su recorrido. Rumbo al puente el corazón se me estrujaba contra el pecho: como Poe, sabía que eso que me causaba una desbordada felicidad en el presente sería motivo de tristeza en el mañana. Podré volver a esa entrañable ciudad, tan parecida a la Asunción de mi infancia: pero ese instante, brisa del oeste marítimo, letargo de mañana azul de anticipada primavera y efímera comunión amorosa, sabía ya entonces, estaba perdido irremediablemente.

lunes, 10 de septiembre de 2018

CUERPOS NÓMADAS Y FRACASOS MODERNOS

Cuerpos nómadas y fracasos modernos

"The tale" parece un film relativamente simple, a primeva vista lo es. Un abuso infantil, la narración del mismo por parte de la abusada, ya de adulta, la potencia del recuerdo, la memoria selectiva (o formativa), la relación con el trabajo actual (prestigiosa documentalista), los recursos fílmicos, como roturas cronológicas, presencias simultáneas, etc. Un tema viejo: qué alumbrar del pasado a la luz del presente, qué capas de este formarán aquél y viceversa. En el medio, el cuerpo como espacio de tensión de fuerzas trazando sus temporalidades propias. Cuerpo que se escabulle. El fracaso de toda la artillería pesada con la que los nuevos saberes intentan representar las fluctuaciones del cuerpo en la modernidad, a través de enrevesados léxicos, lenguajes "inclusivos", teorías novedosas que se extinguirán en cuestión de minutos y pirotecnias varias (redituables por cierto para la industria cultural que necesita con urgencia de estos shocks despabilantes en dosis bien administradas), se debe en parte a esto: que jamás se aquieta, que descree de todo intento de captura y representación y que se presenta allí donde parece brillar por ausencia. Cuerpo retaceado justo cuando más se habla de él. Algo así como ausentarse a su propio funeral. Hay también, claro está, una arquitectura para estas fluctuaciones.