En Córdoba pasan cosas raras
Bajo
del micro, larga cola para taxis. Cuando llegan, eligen pasajeros: los que van
al centro, se quedan a pié. Hay piquete de los municipales y las calles
periféricas están cortadas. Me hizo sentir como en casa. 15 cuadras hasta el hotel,
en la mítica Cañada, en el bohemio Güemes. Muy amables los conserjes: el check in
era recién a las 15, pero me aclararon que no necesitaba abonar la diferencia
(que me habían pasado por teléfono). Que con unos bon o bon se daban por
satisfechos. Vuelvo a Córdoba después de exactamente tres años de la última
vez. A la noche, breve recorrida por el barrio, que parece estallar, de luces, de gente, de bares, de
música en la calles, zona próspera y festiva. Otra Córdoba a la del centro
histórico degradado, refugio de "sin techo" y desamparados. Ciudad mítica,
díscola, desafiante, patea el tablero cada vez que puede. No sé si pasan o
pasarán cosas raras (¿lo habrá dicho Perón?). Habrá que ver y esperar.