martes, 12 de agosto de 2014

MARGINALIAS / CULTURA Y RESENTIMIENTO

Cultura y resentimiento
Si hay algo peor que la mala literatura es el comentario trivial de la buena. Ya lo sabemos: la mala literatura no resiste el tiempo; aturde por un rato hasta que se pierde en los cestos de basura de la historia. La trivialización de la buena literatura, sin embargo, socava aquello misterioso e ingresivo de la palabra y la hace ingresar al torrente del palabrerío indigesto. Las razones suelen ser más complejas que las meramente económicas. Apropiarse de manera banal de un consagrado conlleva no solo la ilusión de un seudo prestigio por ósmosis, sino un trabajo minucioso, de alcance colectivo, de aplanamiento. Como el experto en explosivos que tantea el terreno para desactivar el peligro, el reductor cultural va tejiendo la trama de seducción con su público a fin de otorgar las garantías de una sobrevivencia indemne frente al contacto con la obra analizada. El espíritu del resentimiento, fundado en la certeza de las distancias siderales, suele anidar en la base de esta actividad. Y suele conformar también la mano de obra barata y efectiva de aquellos poderes que, siempre silenciosos, trabajan incansablemente en el empobrecimiento cultural, mental y espiritual de las sociedades sobre las que se enseñorean.