jueves, 14 de febrero de 2013

PRAGA (4) / BARROCO Y BOHEMIA

Praga, una desorganización de los sentidos
 
Praga no solo constituye una experiencia artística por su riqueza arquitectónica. El mismo trazado de la ciudad produce múltiples posibilidades estéticas que siempre parecen estar saliendo al paso. Una feliz desorganización urbana a fuerza de haber preservado aquella estructura premoderna que prioriza tanto los sentidos como la función social a través del tratamiento de sus espacios públicos. En Praga todo parece acontecer en forma imprevista, el extravío siempre encuentra sus motivos, tanto para seguir como para quedarse. Perderse en los barrios tradicionales, esos en los que el turismo instaura verdaderos ritos procesionales, conlleva una apertura que escapa a cualquier dispositivo de control visual o itinerarios prefijados y exige por forma la puesta en juego del visitante. Esta condición barroca de la ciudad, sensualidad,  apertura a lo otro y participación activa, no solo se sustenta en sus características materiales –suntuosidad arquitectónica, diseño, edificaciones históricas y memoria.- sino en la voluntad política de alentar un modelo de ciudad sobre otro. La antiplanificación moderna de Praga enfrenta, y seguramente la deja siempre en un centro de tensiones, a esas propuestas globales aplicadas como prescripciones médicas en las grandes metrópolis contemporáneas. Praga propone un urbanismo social en un escenario monumental, sustentado por sus producciones materiales pero a la vez en oposición a sus continuas fragmentaciones históricas: mientras recrea en sus infinitos laberintos la plaza del pueblo, ofrece las posibilidades de desarrollo no solo material sino también espiritual del hombre con los recursos del siglo XXI. Todo un desafío a sostener.
Nos estamos yendo de Praga. El tren nos lleva a Viena.
 
 
 
 






 
FOTOS ZENDA LIENDIVIT (PRAGA, FEBRERO 2013)