viernes, 22 de febrero de 2013

POSTALES DE MUNICH (1) / MARIENPLATZ

 
 
Marienplatz
 
Llegamos a Munich el lunes al mediodía y a los pocos minutos, ya estábamos en la Hugendubel, la librería-café de cinco pisos que domina la Marienplatz. La plaza favorece esta apropiación inmediata, es pequeña, vital y estratégica. Hace sentir como en casa al extraño y es el nodo ineludible para el habitante permanente. Es referencia urbana y pertenencia emocional. Todo parece pasar por la Marienplatz. O estar cerca, como el Viktualienmarkt, el mercado callejero de varias cuadras de extensión; o la Hofbrauhaus, la célebre cervecería que está a la vuelta y donde a toda hora se suele brindar por lo que sea. La plaza sobrevivió a la catástrofe y se nota en su perfil heterogéneo.Como la misma Munich que con sus construcciones de posguerra parece mostrar los boquetes del horror. Pero la ciudad, a pesar de los seis grados bajo cero, la nieve y la historia, es cálida y muy hospitalaria (con frecuencia, los transeúntes locales se detienen a preguntarnos si necesitamos ayuda cuando nos ven con los mapas en la mano y ese típico gesto de turista un poco desorientado). Y cosmopolita: la inmigración árabe es significativa a punto de constituir el perfil de barrios enteros, como el Theresienwiese en el que estamos alojados y donde el alemán, a ratos, parece la segunda lengua.

Las construcciones del horror
En el Museo de la Ciudad vimos una exposición sobre el Nacional Socialismo en Munich. La muestra abarca desde el nacimiento del nazismo hasta la capitulación y Núremberg y hace centro en las estrategias publicitarias del régimen apoyadas en los medios de comunicación, la industria editorial y la cultura del espectáculo: afiches, periódicos, libros, revistas, comics, humor, pegatinas, proclamas, festivales, heráldicas y toda la simbología utilizada, en las formas más variadas, para la seducción y manipulación de las masas. Y sobre todo, para la construcción de conceptos, como el bien y el mal, así como la visualización de los amigos pero sobre todo, de los enemigos. De particular interés el video de época proyectado en el microcine sobre un faraónico desfile de carrozas, estilo carnaval, donde circulaba la mitología alemana. Más increíble aún el fervor de las multitudes, a duras penas contenidas por los guardias de seguridad, cuando hacía su aparición la cúpula del poder. Un fervor parecido al que despertaban los Beatles o cualquiera de los artistas durante sus actuales megagiras mundiales. Como ya es habitual, un grupo de alumnos de colegio recorrió con nosotros las salas del museo. A los gritos, codazos y risas con los que aguardaban la entrada, le siguió un silencio de radio; los chicos miraban absortos imágenes de torturas, campos de concentración, esvásticas y uniformes. La sala de exposición era laberíntica, de a ratos, el próximo paso nos resultaba una tarea agobiante.  
 


 

 


 

 
FOTOS: ZENDA LIENDIVIT / FEBRERO 2013