sábado, 17 de diciembre de 2022

PRIMER MUNDO, POBREZA Y FÚTBOL

 Primer Mundo, pobreza, fútbol y sospechas

Por mera curiosidad, y con la bulliciosa e interminable concentración de hinchas frente a mi edificio, me puse a “hojear” digitalmente los diarios franceses, convencida de que ellos estaban en la misma. O sea, en esta euforia mundialista. Pero nada. Las portadas apenas si le dedican un recuadro. Si comparamos nuestros “grandes diarios”, les ganamos por goleada. Pero, ¿qué clase de triunfo sería ese? No necesitamos respuestas sino preguntas. Si un país está con el 50% de la población en la pobreza, no hay día que perder. Y si los gobernantes no mueven un dedo, la sociedad es la que tiene que exigir, hacerse oír. La mala conciencia de los que defienden esta contienda con el trillado argumento que al pueblo no se le puede negar felicidad alguna, se traduce en la furia que les despiertan los que piensan (pensamos) distinto. En el fondo, es difícil sostener que se desea la justicia social y al mismo tiempo, alentar un gigantesco negociado que, como tantos otros, es en el fondo responsable de aquella pobreza. La sede elegida (Qatar no es un país democrático); la figura de Messi, erigido por las corporaciones comunicacionales en ídolo de todos los tiempos y redituable producto mundial (Messi no es ni será el mejor jugador del mundo: recomiendo el video de YouTube “Pelé es de otro planeta” para certificar esto); las ganancias y costos siderales para un país en quiebra que prioriza el fútbol a las desesperantes urgencias de la mitad de su población; el camino evidentemente allanado para que Argentina llegue a la final (y seguramente la gane), son hechos que molestan como piedras en el zapato, a las que se ignora para no perderse el baile. No es que los grandes medios “educan” a la sociedad en el pasatismo y la amnesia; lo hacen, pero solo si tienen un público ávido por consumirlos. Habría que preguntarse entonces ¿por qué? Y habría que hacerlo con premura. Porque como decía Nietzsche, hoy más que nunca, “el desierto avanza”. El desierto del pensamiento crítico, ese que se levanta con un rotundo “no” cuando tratan de sofocarlo.

(Foto: Internet)