lunes, 5 de diciembre de 2016

IMAGINACIÓN Y PODER



NOTA EDITORIAL 16 AÑOS REVISTA CONTRATIEMPO
Imaginación y poder

Cumplimos 16 en un año harto difícil. Un año en el que el mundo cambió de manera tan abrupta que todavía persiste el mareo y cierta piadosa incredulidad. Año marcado por el fortalecimiento de pavorosos fascismos, de feroces xenofobias, expresados con un brutalismo que parecía ya desterrado. Año desesperanzado para millones de modernos bárbaros, refundados como material de descarte, que pagan con el propio cuerpo el fin de fiesta de otros. Año desangelado también para quienes la vida, la sangre, los órganos, están abocados a la tarea del pensamiento, del arte, de la creación. Para quienes la cultura constituye parte de la biografía y no mero accesorio o coto de caza, según soplen los vientos. Al desierto que crecía de Nietzsche habría que darle una vuelta de tuerca: ya cosechó, en esa desalentadora aridez, sus frutos más nocivos, sus perversas estrategias de producción, su extensión en el espacio y sobre todo, en el tiempo. 

La Argentina transita este nefasto itinerario mundial: luego de largos años en los que el país fue tratado y maltratado como un feudo, con patrones y patroncitos de estancia que se repartían riquezas, materiales y espirituales, como si el Estado fuera una propiedad privada, le sucedió una corporación que si bien tiene en claro que el país no le pertenece, lo gerencia y lo sostiene con las tropelías propias de todo neoliberalismo que llega hasta sus límites más extremos: despidos masivos, encarcelamientos inocentes, balas contra niños y trabajadores, indigencia en ascenso, exclusiones y darwinismos varios. Así empezó el año, así continuó, así está concluyendo. 

¿Insistir con que el problema es cultural? ¿Qué años de populismo de izquierda, de mantener a las capas menos favorecidas en un analfabetismo conveniente derivó en el portazo de estas en pos de fuegos artificiales? ¿Que se tuvo la oportunidad histórica, y desperdiciada, de elevar la educación, el pensamiento crítico, el espíritu, para precisamente no quedar a merced de vendedores de ilusiones? ¿Para qué? Es parte de la religión. Bien conocemos la dificultad de ir contra dogmas sólidamente instalados. Contra dioses y padres redentores. Contra la maldita política cuando tiene al hombre fuera de sus horizontes. Contra la nueva cultura del eslogan, que actúa sobre las conciencias con la perseverancia de la gota de agua que horada la roca y termina convirtiéndose en verdad agujereada. 

Año de bajísima capacidad crítica (corolario previsible de los anteriores) y altísimo nivel de estupidez. Año de una creciente hollywoodización de la vida cotidiana; con multitudes hablando solas frente a pantallas que prometen fama instantánea y resarcimientos materiales y espirituales, ya fuera para vender un libro, convocar a una marcha, votar al candidato sonriente o exaltar la autoestima cada vez más deteriorada en la vida real. 

Año de humillados. Año humillado. Año de revanchismos, contra “los hombres”, contra los inmigrantes, contra los trabajadores, contra el pasado, contra el otro.  

Época que nos obliga a imaginar utopías poderosas, a pensar estrategias de supervivencia. Imaginación y poder como objetivos, entonces, que impulsen a la creación de nuevas formas: de pensar, de hablar, de producir, de crear. Hay que fundar atmósferas nuevas, suelos fértiles, palabras vivas. Restituirle a la gramática su carácter transgresor, por fuera del palabrerío que repite libretos y fórmulas, conceptos fosilizados que desconocen su propio anacronismo y que actúan como tranquilizador de conciencias mientras perpetúan un mismo estado de cosas. De un extremo al otro. Época que urge el parricidio. 

Pero no estamos solos. Nos acompañan los amigos, los colaboradores, las nuevas generaciones, los lectores que cada día crecen, afortunada y silenciosamente, en número y en diálogo. Sin ellos y sin aquellos objetivos, ¿qué sentido tendría hoy una revista de cultura como Contratiempo? Ninguno. A todos ellos, los actuales y los por venir: ¡Muchas gracias por estos 16 años!

Al sitio de Revista Contratiempo
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