jueves, 2 de junio de 2011

CINE / INCENDIES

Un problema de tiempos
El pasado es tal vez el personaje más poderoso de Incendies. Un personaje terrible. El problema es que cuando ese pasado trata de entablar una conexión con la actualidad (o, lo que es lo mismo, cuando intenta hacer funcionar la ficción) queda atrapado en su propia fuerza devastadora. Algo acontece (siempre) entre el pasado y el presente que en Incendies no se formaliza. Al relato fílmico con características de tragedia le falta precisamente la dimensión trágica en donde se establece ese vínculo que nos convierte en seres históricos, materia resultante de lo que pasó y productora de lo que vendrá. En Incendies no se lee el presente a través de la búsqueda del tiempo perdido. El pasado, en realidad, se termina de contar en el presente, anulándole a éste sus posibilidades y funcionando como un bloque inalterable, ya sabido de antemano. Las tensiones vitales quedan abolidas frente al peso de una historia que no acepta rugosidades ni posibilidades de transformación a la luz, precisamente, del paso del tiempo. Al horror de lo narrado se le opone la tranquilidad de su propia condición inerte frente a la cual el cuerpo presente siempre queda cómodamente resguardado.