jueves, 20 de diciembre de 2007

SEIS AÑOS

Las ventanas de la redacción de Contratiempo miran a Avenida de Mayo. Son paneles de vidrio que se articulan al compás del movimiento ondulante de la fachada del Barolo, la bellísima creación de Palanti. Por allí entran hoy los sonidos del recuerdo, el homenaje, la memoria activa de los que no olvidan. Marchan tranquilos, hombres, mujeres, niños, muchas familias, estudiantes, piqueteros, llevan termos, pancartas, banderas, mucho rojo, mucho negro, todos en zapatillas. Formaron alrededor del Congreso y ahora se dirigen a Plaza de Mayo. Nos llegan los cantos, los bombos y bocinazos ("...vamos a seguir luchando para que exista, una Argentina obrera y socialista...soy piquetero..." ). Las sirenas de fondo, la policía por todos lados. De tanto en tanto algún grito por los altoparlantes para levantar los ánimos o la convocatoria a saltar a riesgo de convertirse en traidores. La marcha es multitudinaria, ruidosa, y tanto más se llena de voces la avenida como enmudecen sus edificios, sus ventanas. Seis años. Una masacre, una caída presidencial, cacerolazos enfurecidos, todo en un par de días. Diciembre infernal el del 2001.